Pere Oliver Domenge va néixer a Palma de Mallorca en 1886. Va estudiar farmàcia a Barcelona, on el seu pare, Miquel Oliver Obrador, regentava la Farmàcia Moderna, al carrer Hospital. Després de casar-se amb Catalina Massutí Alzamora, va iniciar a Barcelona la seva carrera d'apotecari, establint-se pel seu compte, i allà va néixer el segon dels seus fills, Miquel. Tot apuntava que continuaria la seva vida en la ciutat Condal, però el seu oncle Pere Oliver Obrador, li va deixar en herència una finca en la localitat de Felanitx, a Mallorca, on vivia tota la família Oliver, amb la intenció d'atreure'l cap a la illa, i ho va aconseguir. Va establir la seva casa familiar en el carrer Major nombre 22 de Felanitx i en la planta baixa va obrir la seva farmàcia.
Va tenir una intensa vida intel·lectual i política, va participar en la fundació de l'Associació per a la Cultura de Mallorca i va col·laborar en diverses publicacions com La Veu de Mallorca, La Nostra Terra, Nosaltres o El Felanigense.
Nacionalista convençut, va defensar la participació de Mallorca en el procés independentista dels Països Catalans. En 1916 va pronunciar, en el Casal Catalanista de Sans "Els
Segadors", la seva conferència "La Catalanitat els Mallorques", argumentant amb fets
històrics la catalanitat de les Illes Balears, un text que es va convertir en emblemàtic per a una part del nacionalisme català a Mallorca.
La farmàcia del carrer Major es va convertir en un àgora d'intel·lectuals i amics que començaven a albirar turbulències
polítiques en les notícies que arribaven de la península. L'apotecari Barceló", com es coneixia en el poble a Pere Oliver Domenge, mantenia vius els seus
llaços amb dirigents polítics catalans, com evidencien alguns documents i cartes que es conserven. Va ser dirigent destacat d'Esquerra Republicana.
Va ser batle en la República de 1931 i empresonat en la revolució del 34. Segons la sentència original va ser acusat del delicte d'inducció i excitació a la rebel·lió.
Sobre la revolució d’octubre de 1934 és de gran interés el llibre "La Insurrección de Octubre, Cataluña, Arturias, Baleares" d’Alexandre Jaume Rosselló, empresonat el 19 de juliol de 1936 i afusellat al cementiri de Palma dia 24 de febrer del 1937 juntament amb Emili Darder, Antoni Matei i Antoni Maria Ques.
El llibre fou publicat per primera vegada el 1935 a Felanitx, als tallers de Tipografia Felanigense, imprenta de Pere A. Reus Bordoy. El 1997 l’editorial eivissenca Res Pública va fer una segona edición. El 2014 l’editor Lleonard Muntaner en publica una nova edición amb pròleg de Gregorio Peces-Barba Martínez, introducción de Perer Gabriel i la supervisió de Alexandre Font Jaume, nét d’Alexandre Jaume, que explica que el seu avi el va fer arribar Madrid enviant-lo a Indalecio Prieto i a Largo Caballero. De l’edició original només es conserva un exemplar que la dona i la filla de Jaume varen poder salvar de la cremadissa de libres del polític.
En el llibre, Alexandre Jaume, relata les visites que feia als seus amics i companys empresonats i com l’impresionava i emocionava veure’ls. Sobre Pere Oliver i Domenge recorda l’amistat i el respecte que mutuament es tenien. En una de les visites Alexandre Jaume li va demanar que escrivís unes “cuartillas” que reflectissin la vida a la presó per incloure al seu llibre. Pere Oliver Domenge va escriure “UN DÍA, CUALQUIER DÍA, EN LA CÁRCEL PROVINCIAL” que s’inclou al llibre d’Alexandre Jaume tal com es reprodueix a continuación.
UN DÍA, CUALQUIER DÍA, EN LA CÁRCEL PROVINCIAL
El día amanece: canta un gallo, todavía, vibra en el espacio el sonido metálico de la campana medioeval.
Óyese el ronco bramido del correo barcelonés; el grito estridente de la locomotora pronta a partir; el rumor creciente de la ciudad que despierta. pasan en vuelo rápido unos palomos.
De la calleja, donde el amor cotiza, sube el murmullo de un adiós y un beso sella toda una noche de placer.
Sueña el recluso en el mañana próximo, sueña despierto, y en sus devaneos fantásticos levanta magníficas ilusiones.
Súbitamente, el tintineo estridente de la campanilla ordenancista echa a rodar el castillo de mis bellas ilusiones: soy un preso.
De sus madrigueras salen hombres, más bien fantasmas por su torpe caminar, sus ojos soñolientos. La toalla al cuello recorta las cabezas, aquellas cabezas todas iguales, de cabellos enmarañados con el fluir de ideas e ilusiones en fermentación. Aire, agua, imprecaciones y carcajadas dan la sensación del cuartel. De pronto, la campanilla ordenancista llama de nuevo a formación. Pasa el oficial galoneado: dos, cuatro, seis... cuarenta y ocho, cuarenta y nueve... ¡A ver, los de la kabila! Se alinean los rezagados y el oficial recomienza; El cabo, Galmés, cuatro, seis, Cubran, señores!... ocho, diez... cincuenta y dos. Buenos días señores. ¡Vamos, por café!
La población carcelaria es numerosa; rebasa, en mucho, los cien reclusos. En el patio, gente del hampa, profesionales del robo. En la galería, políticos y sociales, "tabaquers" que cumplen condena y los jóvenes de Santa Margarita "que varen esbucar un ball".
Da principio la limpieza del suelo, en la cual turnan los reclusos. Escobas, cubos, trapos, agua, zotal, mucho zotal, órdenes y trasiego. ¡A ver, estos colchones! grita el oficial. En "Artá", la celda de los sufridos artanenses, se reúne un numeroso grupo de víctimas de la reacción para elevar un canto a la libertad.
Nueva formación. Cambio en la oficialidad. Recuento. ¡Buenos días, señores! La formación de a dos en fondo, rompe filas con revuelo y entran en juego las afinidades espirituales. Grupos aquí y allá, grupos en todas partes, conversaciones, charlas al ritmo del reloj, que con su enervante tic tac va controlando el dolor punzante en la carne torturada de estos jóvenes rebeldes.
"¡El mandadero!" "¡mandados!" va gritando Cerdá, el ordenanza de las oficinas, y en un rincón se establece pequeña lonja de artículos varios. Los presos comunes aportan la mayor concurrencia Se cumplen mandados con el diez por ciento de recargo.
De pronto, Florit chilla con su voz atiplada: "Palma, Búger, Felanitx...". Son las comunicaciones, y se abandonan los rudimentarios juegos; todos corren al locutorio, huyen de la cárcel. ¡La cárcel! Viejo y ruinoso edificio en donde señorea la nauseabunda mezcolanza del rancho feculento y el detritus de docenas de torturados. El acre olor del retrete lo invade todo, saturando el aire, el recluso, las mismas ilusiones. La cárcel donde las horas grávidas horadan el espíritu más templado en ansia constante de libertad y las manos se cierran nervudas y los brazos musculosos se levantan amenazantes.
Por fin, se da la voz de rancho y en hilera, cazuela en mano, se toma la ración del potaje: cucharón por barba. Sigue plácida quietud espiritual, palabras entrecortadas, movimiento de cucharitas de boj, que, cual los celebrados palillos chinos, van vertiendo en las humanas fauces el feculento manjar. La materia ahoga el espíritu; mas, de pronto, sacúdese fuertemente el ruedo ante el negro manteo de mossén Ferriol, que invade la celda. Estupor que corta el rancho popular. El mossén presume de apostólica caridad, ofreciendo con burdas palabras cigarrillos de a diez el paquete y, con tontas citas, pretende vencer la glacial indiferencia del espontáneo conjuro. ¿Será un cínico o un loco siervo del Vaticano? Poder de Roma, poder de Satán. A tu paso lento torturante, ruge la rebeldía de las nuevas promociones y la ráfaga grasienta deja el aire denso de maldición.
Al comenzar la tarde, la vida del recluso se desliza monótona. Los hay tumbados, entregados plenamente al fastidio del estómago; otros deambulan en su mutismo caviloso y hermético, y los restantes, cual sutiles receptores, captan las vibraciones del patio, donde pululan los desvíos vergonzosos de nuestra sociedad capitalista y se enriquece el léxico con términos familiares en el hampa. El "consorte", el "julai" y el "chivato" van devanando el tedio de los reclusos sometidos.
Una noticia inesperada galvaniza la población carcelaria. Murió la madre de un penado. Solicitó el hijo el último adiós. La oficialidad entra en gestión de gracia y surge la esperanza; mas el reglamento se opuso, contra todo humanismo, al deseo vehemente del que cumple condena. La emoción en la cárcel es intensa y resuena en la galería desafiador el grito de indignación humana, "¡Vatua Deu...!". Nosotros vemos en el alma rebelde de la maldición toda la fuerza creadora de una sociedad más justa y humanizada.
El sol lanza sus últimos rayos oblicuamente inundando de luz y esperanza las celdas de los reclusos. Se comentan las noticias de la prensa palmesana y de la izquierdista que furtivamente llega a nuestras manos. Sociales y políticos reciben el beso del sol, el último amorío de libertad, Suena la campanilla infamante: ¡rancho, amigos! Y en desfile indio se recoge la ración de feculento potaje.
Atardece, y quietamente se adentra la felina representación del fuero militar, que con sus muecas y zalemas va extendiendo procesos y más procesos sobre la población reclusa. Una carta familiar, una estrella estilizada, un gesto, un suspiro, motivo son para el proceso del que sufre sed y hambre de justicia.
Suena de nuevo la campanilla carcelaria para la última formación. Dos, cuatro, seis... cuarenta y ocho, un enfermo, otro con el juez, el ordenanza Seguí: "¡Seguí!", grita el oficial. No responde. "¡Señores, buenas noches!".
Los grupos, deshechos por la ordenanza, se rehacen y al comento de las últimas declaraciones van formándose de nuevo los corros por afinidad de doctrina. Súbitamente se apaga la luz y queda la cárcel sumida en obscuridad profunda, que los discos rojos y fosforescentes de los cigarrillos cruzan en mil direcciones, que, sumariados, el capitán instructor procesaría. Vuelve la luz que la economía no supo regular debidamente, y con ella renuévase la charla en los corrillos de afines. En el ágora socialista, en que suelen alternar los izquierdistas, se reanuda el diálogo en torno de las bellas doctrinas y de los insignes maestros. Los ilustres perseguidos, Largo Caballero, Azaña, González Peña y otros más, suman las máximas simpatías de los tertulianos La doctrina marxista se compagina perfectamente con la democracia liberal. La revolución armada, en la desesperación de la masa, levanta en vilo el alma de los caídos. ¡Arriba los muertos, camaradas! El porvenir es nuestro.
Toca silencio el ordenanza y el preso vuelve a la madriguera en donde yace, en virtud de cálculos geométricos, en brazos de los dulces amoríos de nuestras ilusiones, que nos adormecen en sueños de redención humana, en el triunfo pleno de la revolución social.
En 1936 va ser elegit de nou batle de Felanitx en la II República.
Al juny de 1936 va signar la la "resposta al missatge dels catalans"
document programàtic del procés de recuperació de la llengua i la cultura catalana a les
Illes Balears i d'unió a la resta de regions de llengua i cultura catalanes.
El 18 de juliol de 1936 el cop d'estat militar liderat per Franco, seguit de tres anys de guerra civil, va acabar amb la República i amb la Democràcia a Espanya. Quan el cop d'estat va arribar a Mallorca, Pere Oliver, va entendre que havia d'abandonar l’illa. El 19 de juliol se celebrava la inauguració del mercat municipal de Felanitx, una de les moltes infraestructures públiques que va deixar la República, i es feia amb un dinar homenatge a Francesc Carreras, governador civil de Madrid. Després d'aquell dinar, Pere Oliver Domenge va partir a un llarg exili que el dur fins a Filipines on va passar més de 18 anys.
Va partir cap a l'exili des de Porto Colom a bord del llaüt "Tigre" (a la foto) propietat de Jaume Cifre Sunyer. Anys després, des de Filipines, va contar per carta al seu fill Miquel i a la seva esposa Mariantònia Reus, com havia estat la primera nit de la partida. Recent casats havien passat la seva lluna de mel en Cala Figuera.
Aparri (Filipines) 21 de Setembre de 1949
"Estimadíssims fills:
Tenc devant meu la vostra carta de dia 5 d'agost, l'endema mateix del vostre festejat enllaç, des de Cala Figuera. [...] El vostre record en tal dia me va fer molt content i fou un motiu més perque jo recordi Cala Figuera, que de temps duc gravat en el cor. Dons heu de saber que quan vaig deixar Mallorca, el port de Felanitx, amb don Jaume, recalarem a Cala Figuera. La nit era tranquila i ben estel·lada. Soparem en mig d'una general ansiedat motivada per les ràdios a tota força. Després enganyats, tornarem a Felanitx. El nostre port estava quiet, en plena calma. Ni un ris en les aigües ni una estridència en l'aire. Tant sols des del llaüt sentirem la veu del papa de n'Antònia comentant el que la ràdio Barcelona escampava. En aquell instant un mateix anhel, una mateixa esperança, unia tres cors ansiosos de pau i prosperitat, de tranquilitat i comprensió. Estavem d'acord sensa creuar-se un mot. Dos d'aquells cors ja no glateixen per la meva dissort. No vull recordar. Cala Figuera fou la darrera esperança aleshores i a la vegada el començar d'una nova vida per mi. Deu vulgui que aquesta nova topada amb Cala Figuera vos dugui molta sort i a mí, el record d'una nit anguniosa, la bella esperança d'un demà pròxim."
A través de les seves cartes podem seguir el llarg viatge cap a l'exili fins a Filipines
La primera carta rebuda des de Filipines està datada el 5 de juny de 1939 a Aparri, a la Vall de Cagayan. Allà s'instal·la a casa de la seva germana Joaquima Oliver Domenge i el seu espòs Joan Llodrà Tallades, que regentaven allà una destil·leria “La Granja Inc. Northern Industrial Corporation” a la qual ell arriba contractat com a químic-tècnic.
Diu en les seves cartes, escrites encara en castellà
”La ciudad de Aparri es la segunda población del Valle de Cagayan, extensión inmensa y poco poblada por donde corre el caudaloso rio Grande –el Cagayan- de mucho más caudal que el Ebro y cualquier otro de nuestra España. Aparri está situada en la misma orilla o ribera del rio grande y de un estero (afluente) de mediana importancia. También limita (la ciudad) con el mar de la China, pudiendo afirmarse que está emplazada en la misma playa, la cual forma un arenal inmenso en m. y más K de extensión. Cuando el mar está en reposo puede uno bañarse con verdadero placer; pero los más de los días hay oleaje más o menos fuerte y luego uno se baña casi encima de la arena con verdadera algarabía. Delante la playa, a unos 50 metros, está construyendo el Club de los españoles -Miramar Club- en donde se reúnen muy a menudo los españoles” (Aparri, 9 agosto 1939)
“Como os decía en mi anterior la ciudad de Aparri se encuentra situada entre el rio Cagayan, un estero y el mar. El mar la besa en una playa inmensa y la tierra es llana como nuestro mar en verano. Solo en el horizonte se elevan las montañas, limitando el valle que, como todo en Oriente, es inmenso. La casa, muy mona, está en un extremo de la población en una calle ancha y recta que termina en la plaza de España, único sitio en donde hay arbolado. En el resto de la población solo se ven platanares que dan unos plátanos muy ricos. Aquí vivo con comodidad y salud disfrutando de la radio que nos da noticias de España y música española” (Aparri, 16 agosto 1939)
Des del primer moment semblava tenir previst que la seva dona i fills poguéssin reunir-se amb ell allà i començar una nova vida en el Pacífic. En les primeres cartes demana que li enviïn alguns llibres de farmàcia i durant els primers anys fa contínues referències a com serà la seva vida allà i a la necessitat d'aprendre anglès.
“Por estas tierras orientales el inglés es indispensable y dado el estado primitivo del cultivo y las ansias de progreso, así como las posibilidades, la mejor ocupación está en la agricultura y, consecuentemente, la profesión más estimable es la de ingeniero agrónomo. Estos datos son para mi estudioso Miguel que en el comienzo de su carrera universitaria, puede convenirle para encauzar sus estudios en este sentido y preparar su ingreso en la Escuela de Ingenieros Agrónomos. Don Arnesto Mestre podría orientarle y si los estudios de esta profesión son de su agrado lanzarse decididamente a la conquista del título de Ingeniero agrónomo de gran porvenir en España y mucho más en estas islas” (Aparri 11 junio 1939)
“Decidido vuestro traslado a Filipinas y en espera de su realización, podrían embarcar para ésta Magdalena y Pedro si se encontrara la oportunidad de la salida para esta de algún amigo. Se me dijo que Juan Llodrà iba a embarcar próximamente y de ser ello cierto, ninguna oportunidad mejor que la de nuestro buen amigo. Y aun solos, creo yo, podrían venir. Esto, como comprenderéis, sería gran satisfacción para mi que vería en ellos la seguridad de que iban a trocarse en feliz realidad mis ilusiones. Pero todo este plan, para su realización, necesita la aprobación de mamá, sin la cual nada he dicho ni quiero. Si mamá, nuestra buenísima Catalina, da su consentimiento podéis arreglar los pasaportes a la primera oportunidad y telegrafiar a la dirección siguiente: Llodrá-Aparri-Cagayan- para mandaros el dinero necesario para el viaje. Entendidos? All right! Como dicen aquí.” (Aparri, 12 noviembre 1939)
Aviat la indústria familiar va créixer i va començar a preparar el trasllat a Manila, el clima, amb el baguio (tifó tropical de les illes) i el pas del temps pesaven cada vegada més.
“Estimados todos: está lloviendo fuerte y el cielo es como un sábana gris, lisa y brillante. Frecuentemente retumba el aire al impulso de los lejanos rayos. Me encuentro solo, solo, en éste domingo último del mes de julio y como siempre vuestro recuerdo me acompaña. Los tíos todavía siguen en Manila, continuando las gestiones industriales que les llevaron allá. El descanso dominical es para mi el mayor de los pesares y anhelo el día laborable para aligerar de angustias mi alma demasiado aislada. Escribo sin ganas de escribir, sin fuerzas casi, todo mi espíritu quemado en un único deseo. Estoy torpe de verdad y no quiero continuar en este tono. Voy a fumar unos cigarrillos y más tarde, pasada la tormenta y su acción en mi, continuaremos la presente.
Pues vamos a continuar. Pasan los días y decrecen las fuerzas físicas a medida que se encanecen las cabezas, se fatiga la mirada y aumentan las anécdotas vividas; pero lo que permanece vivo y nos acompaña siempre es la imagen de los amados que guardamos celosamente en el recuerdo. Esto constituye nuestra fuerza y nuestra esperanza. Esto es lo que me confirma que algún día nos cabrá la dicha de abrazarnos y de rememorar todo que sea digno de memoria. Y en este deseo espero. “(Aparri 28 julio 1940)
“También el miércoles, al anochecer o mejor dicho ya anochecido, se presentaron los manilenses buenos y contentos del regreso después de más de dos meses de capital ¡Qué alegría y cuántos abrazos! Conversamos hasta las dos de la noche, comunicándonos noticias cambiando impresiones. Sus gestiones comerciales para la ampliación de la industria están en camino de realización y probablemente, si no se mete el diablo de por medio, antes de terminar el año nos encontraremos instalados a unos cien quilómetros de Manila, trabajando en el montaje de la industria. Entonces solo faltará vuestra llegada para completar la esfera prometedora de dicha y nobles ambiciones” (Aparri 15 septiembre 1940)
Al mateix temps intenten aconseguir el trasllat de la família donant per mort a Pere Oliver Domenge.
Va mantenir també correspondència amb el seu fill Miquel quan aquest es trobava pres en el camp de treball en Tetuán (Àfrica):
“Espero que tus andanzas por estas tierras moras sean de gran provecho a tus saberes y fortalezcan tu carácter. El mundo, en su gran variedad de pueblos y costumbres, es el mejor libro para el hombre que sabe entender el jeroglífico vivir del hombre. No desperdicies las ocasiones que se presenten, lee las interesantes páginas que el destino puso en tus manos. Estudia en la vida misma, escríbenos tus impresiones y juicios, sin olvidar nunca que debes atención mucha a lo que digas, habida cuenta de la publicidad de las cartas” (Aparri 19 mayo 940)
I va continuar en els primers mesos del seu alliberament:
“No me gusta que digas que tu vida es desgraciada. Nunca debes suponer tal, suceda lo que sea, aunque al momento te perjudique. La vida es buena aun en medio de los sinsabores. Cuando yo tenía tu edad muchas veces repetía que nunca el infortunio podría arredrarme. Ahora estoy convencido que las contrariedades nos aferran más y más a los objetos y sujetos de nuestro cariño hasta el punto de espiritualizar las mismas banalidades cual si todo fuera amor. La vida jamás será cosa distinta de lo que quiera ser el viviente Quiérete tu dichoso, fuerte, animoso verás que por muchas contrariedades que encuentres en el camino de la existencia, nunca sentirás la vida como desgracia. Sócrates, en el mismo instante de beberse la cicuta sentía la felicidad en la huída de la imbecilidad de los hombres. Siempre animoso, siempre esperanzado, estimado Miguel, quiero sentirte y verte” (Aparri, 22 septiembre 1940)
I sempre va tenir en el record als seus amics i companys assassinats durant la guerra civil.
“Hoy fiesta de los muertos, día religiosamente observado en este país, dedicaré mis primeras palabras, que no pasan de murmullo devoto, al recuerdo imperecedero de mis amados traspasados a la gloria de sus virtudes, entre los cuales destacan Perico y Jaime. Hoy, con su tarde primaveral que me recuerda el pino de Porto Colom, el famoso pino con sus gandulas, no puedo escribiros sin levantar hasta el pensamiento los sentimientos que guarda mi corazón para la buena Pura y sus angelicales hijos. Hoy vivo completamente en el recuerdo de las amistades que han compartido con vosotros el cariño y la bondad. Mi saludo y mi reconocimiento para todos” (Aparri, 2 noviembre 1940)
La correspondència s'interromp al novembre de 1941. Ja feia temps que en les seves cartes expressava la preocupació pel conflicte bèl·lic a Europa.
“Estimados míos: contesto a vuestra muy amada del 29 de junio próximo pasado y lo hago bajo la angustia de estos momentos por el peligro de que la guerra comenzada entre Alemania y Polonia pueda arrastrar a la lucha nuestra España ¡y pienso en Mallorca y en vosotros! Ojalá la lucha pueda localizarse y tenga España largos años de paz y tranquilidad.” (Aparri, 5 septiembre 1939).
La correspondència es reinicia a l'abril del mateix 1945 i en les primeres cartes descobrim com va ser la guerra en el Pacífic per a Pere Oliver i altres catalans i espanyols que la van patir allà.
"Queridísimos nunca olvidados: Después de más de tres años de separación completa hoy puedo reanudar nuestro diálogo epistolar. Por fin, mi sufrimiento por la carencia de noticias vuestras ha cesado y posiblemente mantendremos la comunicación hasta el día feliz en que podamos vivir juntos hasta el más allá.
Aquí en Manila hemos pasado casi toda la dominación japonesa. Hemos sufrido, singularmente los últimos días, durante la lucha de liberación. Hubo una noche la del 13 de febrero, que todos pensamos había llegado nuestro último instante. Ametrallados por los japoneses y corriendo entre ruinas y escombros todavía no sabemos como pudimos escapar con vida. El 15 de febrero los americanos nos salvaron. Todos estamos bien. Juan, Joaquima y el niño se encuentran en casa de unos amigos catalanes en las afueras de Manila. Yo vivo acogido en la casa de otro amigo, calle de Carcer 18, cerca de la oficina que por un milagro de Dios se salvó del incendio. Hoy se ha dicho que ya se admitía correspondencia para Europa y no queriendo esperar más, os escribo sin esperar un momento, sin decirles nada a los hermanos."( Manila, 18 abril 1945)
“Ya contaba en mi primera como los bárbaros amarillos mataron, asesinaron a la población civil, quemaban nuestros hogares. Nuestra casa fue completamente quemada, refugiándonos en un hospital cercano. En el hospital Remedios nos reunimos más de 800 personas, más los enfermos y los de antemano hospitalizados. Creíamos nosotros que los muros del hospital sería algo seguro y respetado con sus grandes banderas de la Cruz Roja, sus médicos, nurses, etc.; pero de nada sirvió contra la barbarie de unos “primitivos” en derrota. Durante cuatro días la situación fue terrible, no se puede explicar. No tengo palabras para describir con exactitud aquella situación. Toda relación resultaría pálida. Porque mientras las casas de los alrededores, pegadas materialmente al edificio hospital, estaban ardiendo, los malvados japoneses ametrallaban nuestro refugio y nos lanzaban bombas de mano a los patios del establecimiento, aumentando la confusión y el espanto. Una de estas bombas me hirió en el pulgar de la mano izquierda El médico tuvo que hacerme la cura a la luz de los incendios. El pobrecito doctor, un verdadero héroe murió al día siguiente junto con diez o más. Llegamos a creernos totalmente perdidos hasta el extremo que el padre del hospital, un cura irlandés, nos dio a todos la bendición postrera. Pero, el martes, el 13 de febrero, la mayoría de los refugiados en el hospital dejamos el refugio, al amparo ineficaz de las banderas de la Cruz Roja, corriendo hacia las ruinas de los edificios quemados. Pasamos una noche horrorosa, deslizándonos como ladrones de un sitio a otro, huyendo de la muerte. Al día siguiente, la situación mejoró algo y por fin el 15 por la tarde, vimos el primer soldado americano. No podéis imaginaros cuál fue la alegría de la multitud. La gente salía de sus agujeros y escondrijos dirigiéndose a las líneas salvadoras. El éxodo fue parado por unas ametralladoras japonesas que mataron e hirieron algunos. Nos paramos llenos de esperanza y fe. Por fin, estábamos salvados, los libertadores estaban ya con nosotros. Viviríamos, volvería a veros ¡cuánta alegría! Tanta o más que los anteriores pesares. El 16 de febrero estuvimos ya salvos y seguros. Pasamos detrás de las líneas americanas, sucios, rotos, hambrientos, habiendo perdido todo el bagaje de maletas y balotanes que habíamos salvado del incendio de nuestra casa. Pero nos sentíamos dichosos, contentos, felices “ (Manila)
“Por esta de Manila las cosas han cambiado muy poco desde mi anterior. Juan y Joaquima siguen viviendo en casa de nuestro amigo Sansó, en un anexo de la casa. Vive con ellos un matrimonio barcelonés, simpáticos y buenos. […]
Continúo viviendo en Carcer 18 con un amigo asturiano, en la casa donde nos acogimos refugiados en los primeros días de la liberación. Resido aquí, en donde llamamos “Down Town”, y no con ellos para estar más cerca de la Bodega de La Granja. Actualmente Juan está construyendo un aparato destilador para conseguir renovar y reconstruir el negocio completamente destruido a causa de los desastres de la guerra y la calamidad japonesa. Pensamos tener el aparato listo y en disposición de destilar dentro de unos 15 días. Vamos a montar la destilería en un pueblo cercano a Manila, en la rovincia de Laguna, donde existe mucha caña. […]
Muchos españoles están gestionando salir para España sin resultado hasta ahora. Yo, como ya os decía, voy a esperar que el negocio de Juan vuelva a tener su marcha segura y progresiva. Una vez esto asegurado, que según nuestros cálculos no puede tardar, me embarcaré y quien sabe si todos los cuatro, ellos y yo, nos embarcaremos. Ellos para ver a su madre […] yo para quedar para siempre más en vuestra compañía" (Manila, 8 julio 1945)
"Ayer 15 de agosto se confirmó la victoria sobre el Nipón de las armas aliadas, siendo un hecho la P.A.Z. […] “War i over”. Por fin el Mundo se ve libre de la más grande pesadilla de nuestra época, podemos volver a hacer planes para el futuro de los hijos, volveremos a vivir la vida tal cual debe ser vivida y amada: trabajando. Trabajando y compartiendo entre todos el bienestar ganado por la Humanidad después de años y siglos de continuado esfuerzo.
Bien, vamos ahora a lo prometido (daros alguna referencia más de cómo pasamos los meses en nuestro nuevo y feliz estado de liberados). Cuando Manila, mejor dicho nuestro Districto, fue liberado, nos encontramos sin hogar, sin recursos, sin ropas ni alimentos. El Gobierno Militar y los amigos más venturosos nos procuraron alojamiento y comida. También prendas de vestir. La casa, casa grande, de un amigo catalán fue nuestro primer refugio. Nos reunimos en casa del amigo Sansó unas seis familias: las hermanas Camallonga; la familia de Codina, la de Tomás; la de García Verches; la Viuda de Oliver, la familia Oliver, cuñado de la anterior, la de Ramón García y otras más. Como podéis colegir la mayoría eran catalanes, constituyendo una pequeña colonia regional. A las pocas semanas pasé yo a la calle de Carcer, frente a una Bodega de La Granja, para convivir con varias familias filipinas y unos españoles. En este piso grande, vivimos ahora todos, los cuatro y junto con nosotros viven los de García Verches. Nadie más comparte el piso con nosotros, lo cual os demostrará el progreso que se ha hecho hacia la normalidad. El piso es grande y bonito, pero muy polvoriento a causa del pésimo estado de las calles y el grandísimo tráfico existente, el cual se intensifica de cada día. Porque hay que ver la cantidad enorme de material que usan, abusan los americanos. El ejército americano es el ejército de una casa rica, formado por jóvenes y gente en años, pero todos educados y complacientes como los primeros. En esta magnífica conducta es en lo que más se diferencian del soldado japonés, regularmente abrupto, grosero y mal pensado. Y no olvidéis que cuando trataban con españoles usaban de las más refinadas maneras por aquello de que en los españoles veían amigos y hasta posibles aliados. No obstante, el carácter y la moral no podían cambiarse.
Al principio comíamos regularmente sardinas y arroz- que aquí llaman morisqueta- por la mañana. Sardinas y morisqueta por el mediodía y sardinas y morisqueta por la tarde para no variar. Al cabo de unas semanas la ayuda del ejército americano pudo organizarse y entonces, si, empezamos a comer bien y a engordar. Los extranjeros fuimos organizados en grupos, los cuales recibían directamente del Americano las correspondientes raciones. Nosotros estamos divididos en varias secciones por ser la Colonia Española la más numerosa. De nuestro grupo yo soy algo así como tendero, más exacto “el noi de la botiga” y todos los principios de semana todo los bártulos, la balanza, la espátula y a repartir raciones a los españoles de la vecindad que corresponde a nuestro grupo. La ración por persona y por semana es algo serio. Pagamos por ella Cuatro Pesos, pero, con los actuales precios vale veinte veces más. Para que os hagáis una idea aquí copio la ración por persona de la última semana, esta semana: Arroz California 1 Kilo; Patatas deshidratadas, Avena preparada –Oats- y Fideos, ½ Kilo de cada; Azúcar y mantequilla 0,200 gramos de cada; café, 0,100; Pork Sausage 1 lata de 2 libras y leche evaporada, 2 latas por persona mayor y 4 latas si se trata de un niño menor de trece años." (Manila, 16 agosto 1945).
Durant la seva etapa en l'exili Pere Oliver Domenge no va perdre el contacte amb l'acció política a Espanya i a Catalunya. Malgrat la distància es va poder conservar part de la correspondència mantinguda amb altres espanyols i catalans en l'exili.
No va ser fins a 1952 que Pere Oliver, una vegada conquistada Manila pels americans, va poder obtenir un passi per a visitar l'Ambaixador d'Espanya a Filipines. Decidit el seu retorn a Espanya es va entrevistar amb el Cònsol per a l'arranjament de papers i el lliurament del passaport. Pere Oliver Domenge va embarcar en el Titania el 19 de juny de 1952. Desembarcava a Barcelona el dia 29 de juliol de 1952 i el 2 d'agost a Palma de Mallorca. Seguidament acompanyat per l'advocat Sr. Feliu, Pere Oliver Domenge es va presentar a l'Auditor de Guerra per si havia de respondre de la seva conducta en els anys anteriors al cop militar o durant el mateix. A l'endemà estava davant el Jutge Militar i l'Expedient consegüent. El procés militar va ser sobresegut i les penes imposades pel tribunal Regional de Responsabilitats civils complertes. Els dotze anys d'estranyament acabats per l'amnistia concedida i pagades les 65.000 ptes. imposades.
Als pocs dies del seu retorn a Mallorca, Pere Oliver Domenge rebé la visita del president del Col·legi de Farmacèutics, D. Antonio Oliver, el qual li va
notificar que no havia estat donat de baixa en les llistes de col·legiats i que era considerat com a morós. Pagant les quotes degudes
seguiria amb els mateixos drets de tots. A més li va suggerir que demanés la reobertura de la seva farmàcia amb la seguretat que seria concedida. Existien precedents. A
Mallorca mateix, el Sr. Serra de Sóller havia estat rehabilitat i el cas era sinó idèntic, el mateix. Però en el cas d'Oliver
Domenge els farmacèutics de Felanitx es van unir en la
seva contra i mai no va poder recuperar la seva farmàcia.
De com va ser el procés per a intentar reobrir la farmàcia es conserva un relat sense signatura (Transcripció) i algunes cartes creuades entre Pere Oliver Domenge i altres persones que es varen implicar en el procés